Hay en Toledo una calle estrecha, torcida y oscura, que guarda tan fielmente la huella de las cien generaciones que en ella han habitado; que habla con tanta elocuencia a los ojos del artista, y le revela tantos secretos…

La Madre Teresa llegó a Toledo el 24 de Marzo de 1569 (…) Doña Luisa de la Cerda recibió a la Madre efusivamente y puso a su disposición dos alcobas, islote de recogimiento en su fastuosa mansión.

Don Tomé se alejó soplándose los dedos. Metiéronse los demás en el cuarto de Guerra, y allí sirvieron el chocolate a don Isidro, el cual, mirando la nevada al través de los cristales, decía: – Toda blancura es hoy la gran Toledo. Buenas estarán esas calles de Dios.

Fue en 1921 cuando descubrí Toledo (…) Volví a menudo con mis amigos de la residencia y el día de San José de 1923 fundé la Orden de Toledo, de la que me nombre a mí mismo condestable.